La nueva temporada de ‘Monstruo‘ no solo se adentra en la mente del asesino que inspiró ‘El silencio de los corderos‘ o ‘La matanza de Texas‘, sino que va más allá y nos cuenta cómo fue el proceso creativo de una de las grandes obras maestras del cine de terror: ‘Psicosis‘. Algo que, por cierto, ha disgustado al hijo de Anthony Perkins, que se ha quejado del retrato que hace la serie de esto.
A lo largo de ‘La historia de Ed Gein‘, Ryan Murphy convierte al legendario director británico Alfred Hitchcock en un personaje más de su galería de obsesiones, retratándolo como un genio torturado, sí, pero también como alguien capaz de ejercer un control perturbador sobre quienes lo rodeaban. En lugar de venerar su legado, la serie lo observa con una lente incómoda, revelando la sombra que también le acompañó.
Un monstruo diferente
Ryan Murphy no se limita a usar a Hitchcock como referencia, sino que lo transforma en un espejo que refleja un tipo de monstruo distinto. En la serie, el maestro del suspense aparece como un voyeur manipulador y abusivo, un creador que usa su poder y talento para dominar a las mujeres delante y detrás de las cámaras. Y lejos de ser una exageración, este retrato está arraigado en los relatos de antiguas colaboradoras y biógrafos que han documentado durante décadas sus comportamientos obsesivos y su trato controlador hacia sus protagonistas.
Tippi Hedren, actriz en ‘Los pájaros‘ y ‘Marnie, la ladrona‘, relató con crudeza lo que sufrió durante los rodajes: jornadas interminables, aislamiento y agresiones físicas que rozaron lo inhumano. «Fue sexual, perverso y desagradable (…). Cuanto más luchaba contra él, más agresivo se volvía», escribió en sus memorias. Su testimonio sirve para contextualizar el mito del genio que a veces le dibuja como una figura impune dentro de una industria que confunde la crueldad con la exigencia artística.
Además, esa obsesión no se limitó a Hedren. Hitchcock mantuvo una fijación similar con otras actrices -como Grace Kelly, Kim Novak o Vera Miles- a quienes intentó moldear según su visión, dictando su apariencia y comportamiento incluso fuera del set. ‘Monstruo’ toma esos patrones de dominación y los convierte en horror puro, equiparando al cineasta con sus propios villanos: un hombre capaz de manipular la realidad para satisfacer su deseo de control.
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El paralelismo que traza Murphy entre Hitchcock y Ed Gein es tan perturbador como efectivo. Ambas son figuras consumidas por la obsesión y la represión, aunque uno lo exprese con violencia física y el otro con manipulación psicológica. La serie sugiere que la mirada del director -esa que convirtió a las mujeres en objetos de deseo y sufrimiento- no está tan lejos del impulso del asesino que disecciona cuerpos reales.
Aun así, ‘Monstruo’ no busca borrar la genialidad del autor de ‘Vértigo‘ o ‘Psicosis’, sino comprenderla en toda su complejidad. Reconoce su talento, pero también las sombras que lo acompañaron, recordándonos que el arte no nace de la nada, sino de seres humanos imperfectos y con contradicciones. Es una lectura incómoda, porque a veces el verdadero horror del cine no está en la pantalla, sino en quien sostiene la cámara.
Sin embargo, el hecho de incluir este retrato del cineasta no quita que la serie banalice la historia de las víctimas. Al igual que ocurre con las de Ed Gein, las de Alfred Hitchcock no terminan de recibir el homenaje que merecen y la serie parece más empeñada en explicar cómo actuaba el cineasta que en ahondar un poco más en las consecuencias que tuvo en aquellos que trabajaron con él.
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