Los cambios en el consumo, la presencia de cineastas notables que ansían mayores libertades y la estandarización digital para hacer más “profesional” la imagen han difuminado muchos límites entre el cine y la televisión. Aun así, siguen siendo medios diferentes con sus particularidades, sus ritmos y sus virtudes intransferibles.
La televisión, a pesar de la mencionada oleada de directores, sigue siendo un medio de guionistas, tantos los que deciden ejercer como showrunner y voz principal del proyecto como de los que componen una sala de guion, que van refinando personajes y enfoque a través del bombardeo de ideas. Moverse de un medio hacia el otro puede generar roces que hacen que no todo haga click aunque haya una autoría clara, y ‘Mountainhead’ se ha vuelto evidencia de ello.
Meándose en el mundo desde la montaña
Jesse Armstrong, el creador de ‘Succession’, escribe y dirige esta película para televisión, intentando tener un poco de lo mejor de todo mientras inyecta su ácido sentido del humor contra los más poderosos. Steve Carell, Cory Michael Smith, Ramy Youssef y Jason Schwartzman forman el reparto que se lanzan diálogos envenenados en esta película estrenada en HBO Max.
Mientras el mundo está cada vez más cerca del colapso global a causa de la propagación de una Inteligencia Artificial que está generando desinformación y polarización en una popular red social, el dueño de ambas se dirige a una mansión retirada en las montañas. Allí pasará un fin de semana junto a otros tres millonarios de la industria tecnológica que empezarán a imaginar cómo sería el mundo de tener ellos todo el poder.
No es que anden escasos de poder o de dinero, pero el capitalismo les ha enseñado a querer siempre más. Lo que no les ha enseñado es a ser personas serias, algo que comparten con los protagonistas de ‘Succession’. El punto de vista de Armstrong está bastante bien trasladado entre medios, indagando en el patetismo inherente de la gente que ahora domina las altas esferas pero se cree extremadamente guay. El cambio hacia los tech-bros con ansias gubernamentales hace que tengamos muy presente la figura de Elon Musk viendo todo esto.
‘Mountainhead’: midiéndose miembros


Es muy pertinente señalar todo esto, pero no hace más sencillo ver este despropósito buffet de megalomanía y ansias de poder. ‘Succession’ gozaba de mucho beneficio de la duda al emitirse entre gobiernos de Trump y previamente a que los gigantes tecnológicos hiciesen más palpables sus ansias de dominación. La serie podía permitirse meter el cuchillo y ser una advertencia de lo que estaba sucediendo realmente, pero ahora estamos expuestos a ello de manera diaria y se requiere de un mayor salto para querer seguir personajes diseñados para ser odiados.
‘Mountainhead’ no puede conseguir ese mismo efecto intentando ser una sátira en tiempo real, además de que no puede contar con el beneficio de una serie donde te vas enganchando poco a poco a los personajes. Aquí en menos de dos horas hay que conocer y despedirse de deliberadas caricaturas que hablan como personajes de Armstrong, pero no están tan perfilados por la ausencia del equilibrio de la voz del autor con las ideas de la sala de guionistas.
En general, hay una sensación apresurada en toda ‘Mountainhead’ producto del carácter impulsivo con el que Armstrong ha diseñado y rodado todo el proyecto. Entre interesantes ideas y chistes fabulosamente tirados (una combinación de ambas es la subtrama de convertir en jefe de Estado al personaje de Schwartzman) vemos muchos cortes abruptos, como si no hubiesen grabado recursos para cubrirse más allá de rodar el guion, y también demasiada funcionalidad en su puesta en escena.
Armstrong claramente no quería perder impulso a la hora de elaborar su jugoso concepto, pero la autoría completa que le permite el formato fílmico no saca a relucir tanto sus virtudes, y es posible que le hubiera venido bien la colaboración de alguno de los directores que pasó por su serie. Al menos, no quedaría la sensación de estar mayormente observando un concurso de medirse miembros viriles a medio cocer que deriva hacia un thriller excesivamente apresurado. Una oportunidad algo desaprovechada que, sin embargo, aún deja muestras de que este autor tiene el colmillo preparado para lo que sea.
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