Antes de convertirse en uno de los grandes nombres del Nuevo Hollywood, Martin Scorsese también tuvo que tropezar con algún que otro obstáculo. En 1972, mucho antes de que llegasen ‘Taxi Driver‘ o ‘Malas calles‘, el cineasta aceptó dirigir ‘El tren de Bertha’, una película por encargo del productor Roger Corman, conocido por su legendaria capacidad para detectar talento y por sus producciones de bajo presupuesto.
«Es una especie de Bonnie y Clyde, ¿quieres dirigirla?. ¡Dije que sí, por supuesto!”, recuerda Scorsese en el primer episodio de la serie documental ‘Mr. Scorsese’. El proyecto parecía una oportunidad, pero terminó siendo una lección dolorosa: aunque el director logró entregar la película a tiempo y sin salirse del presupuesto, fue duramente criticado por su propio círculo artístico. Aquel rodaje, que parecía un paso adelante, casi acaba con su carrera antes de empezar.
«Acabas de desperdiciar un año de tu vida»
«Logré terminar ‘El tren de Bertha’ a tiempo, dentro del presupuesto y sin que me despidieran. Sinceramente, me alegré muchísimo de no haber sido despedido. Fue un gran logro para mí», cuenta Scorsese. Pero lo que él consideró un triunfo técnico, sus amigos lo vieron como una traición artística.
Mis amigos odiaron la película. Para ellos, era como si hubiera cogido una enfermedad. Me juzgaron y se distanciaron de mí. Varias personas con las que quería trabajar me dijeron: ‘¡No te acerques a nosotros!’.
Cuando la directora Rebecca Miller -autora del documental- le preguntó si pensaban que había «traicionado su arte», Scorsese respondió sin dudar: «Sí, definitivamente eso pensaron». En ese momento, el joven cineasta se encontró en un limbo creativo, atrapado entre el deseo de trabajar y la presión de seguir siendo fiel a sí mismo.
El golpe fue tan fuerte que ni siquiera el interés de otros directores parecía suficiente para levantarlo. Brian De Palma, amigo cercano, trató de ayudarlo recomendándole un guion que lo cambiaría todo: ‘Taxi Driver’, escrito por Paul Schrader. Pero incluso entonces, Scorsese seguía marcado por la sombra de ‘El tren de Bertha’. «Los productores no me tomaron en serio porque había hecho esa película», recordaría después.


La redención llegó gracias a John Cassavetes, el gran pionero del cine independiente estadounidense. El guionista Jay Cocks los presentó a ambos y Cassavetes aceptó ver ‘¿Quién llama a mi puerta?‘, el primer largometraje de Scorsese. Su reacción fue decisiva.
«Después de verla, me abrazó, me puso las manos sobre los hombros y me dijo: Acabas de desperdiciar un año de tu vida haciendo una porquería. Vales más que eso, no lo vuelvas a hacer»
Cassavetes vio algo en él que ni él mismo reconocía en ese momento. «Ese es el tipo de película que hay que hacer», insistió. Para Jay Cocks, Cassavetes había detectado enseguida el «fantástico don» de Scorsese y a partir de ese encuentro, Cassavetes se convirtió en su «santo patrón del cine», una especie de conciencia moral que lo empujó a recuperar su voz. Scorsese, inspirado, comenzó a trabajar en ‘Malas calles’, donde conoció a un tal Robert De Niro. A partir de ahí, el joven director de ‘El tren de Bertha’ se transformó en el autor al que todos admiramos.
Y aunque aquella película por encargo parezca una nota al pie en su filmografía, fue el error que lo llevó a entender su vocación. Como él mismo reconocería después, ese tropiezo fue necesario para encontrar su camino.
Si quieres conocer más sobre esa etapa y oír al propio Scorsese contar cómo sobrevivió a ella, se puede hacer en ‘Mr. Scorsese’, disponible en Apple TV+.
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