Han pasado más de 25 años desde el estreno de ‘El club de la lucha‘ (1999) y la película de David Fincher sigue siendo un referente cultural y uno de los títulos que genera los debates más intensos. Sin embargo, pocos saben que el guion original estuvo a punto de arruinarlo todo. En realidad, la intención inicial era no contar con la voz en off de Edward Norton, un recurso que acabó siendo esencial para entender el tono satírico del filme y la perspectiva de su protagonista.
Salvando la película
En una charla con The Guardian durante un evento del British Film Institute en 2009, Fincher reveló que el primer borrador escrito por Jim Uhls no incluía la narración del Jack. Su reacción no pudo ser más radical:
“Lo leí y pensé: ‘Esto es triste y patético. Es solo tristeza y gente haciendo cosas horribles. ¿Dónde está todo lo que dice de lo que piensa?’. Y él dijo: ‘Ah, eso es como una muletilla’. Y yo dije: ‘No, tío, esa es nuestra única oportunidad de ser sarcásticos y satíricos’. Así que lo revisó y lo añadió todo”
Ahí es donde está el contraste con la novela de Chuck Palahniuk, algo esencial en la película, donde todo se cuenta en primera persona desde la perspectiva del narrador. Sin esa voz en off, la película se reduciría a una sucesión de personajes miserables y escenas depresivas, sin el humor negro que acabó marcando la diferencia.
La decisión de conservar la voz en off no solo le aportó ritmo y un humor afilado, sino que también reforzó la parte más crítica de la historia. Aunque ni siquiera esa parte ha logrado evitar que una parte del público malinterpretase la película, viendo a Tyler Durden como un héroe revolucionario en lugar de un fanático peligroso. Esa confusión siempre ha mosqueado a Fincher, porque es precisamente la voz en off del narrador lo que permite entender que se trata de una mirada irónica y desesperanzada del mundo.


En última instancia, los instintos de Fincher fueron los que acabaron transformando ‘El club de la lucha’ en una de esas raras adaptaciones que superan al libro en el que se basan. Al usar la voz en off como herramienta narrativa y satírica, el director no solo rescató al guion del fracaso, sino que creó una obra compleja y provocadora. Una película que, más allá de la polémica, sigue siendo un espejo incómodo de la sociedad contemporánea.
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