Tango,
tonada, vals y cueca son cuatro rutas que pueden llevar al mismo puerto:
Valparaíso. Arribados desde distintos territorios y en diferentes momentos del
siglo XIX y XX, estos cuatro géneros han sido coordenadas musicales para los
habitantes de la ciudad y hasta hoy continúan resonando entre el plan y los
cerros.
Bajo esa premisa nacieron las dos obras que se escuchan en A Valparaíso,
el nuevo disco de la Orquesta Usach, disponible desde este viernes 22
en formato digital y vinilo a través del sello discográfico Aula Records. Suite Valparaíso, de Felipe Chávez,
fue registrada por un quinteto de cuerdas y viento, durante los días de la
pandemia, en el Teatro Aula Magna Usach. 
Cueca porteña y relativamente
guachaca, de Rodrigo Herrera, fue grabada en vivo durante un
concierto del elenco, en la misma sala ubicada en Estación Central.
“Esta obra es una síntesis de mi experiencia con la música popular y la bohemia
de Valparaíso”, explica Chávez, quien estructuró la pieza en cuatro
movimientos que abordan igual número de géneros El primer movimiento está
dedicado a Valparaíso Tango Mar, una tanguería que ya no existe, y la cueca
está inspirada en la Isla de la Fantasía, un lugar muy importante de la ciudad.
Las demás piezas las trabajé como una evocación a esta música típica y a estos
géneros. Un amigo dice que esas son las cuatro llaves del puerto”.
Nacido en Quilpué, en 1995, Chávez es un compositor formado en la
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), además de pianista y
bandoneonista. Este último se ha transformado en su principal instrumento y el
tango ha sido su terreno creativo favorito, acompañando a cantantes del puerto,
colaborando con agrupaciones como la Orquesta de Tangos Chilenos y liderando
sus propios ensambles. 
En esta oportunidad, trabajó con cinco integrantes de la Orquesta Usach:
las violinistas Cecilia Carrere y Cecilia Muñoz, la
violista Mitzy Becerra, la cellista Paquita Muñoz y la
flautista Elisa García. Para recitar una décima, él mismo participó
de las sesiones de grabación realizadas en 2021, cuando todavía se imponían las
restricciones del Covid-19. 
“Estoy más identificado con la música popular, así
que me parece bueno que una orquesta pueda abordar ritmos populares y
experimentar a través de ellos. Hay una memoria emocional con la música popular
que quizás no se da tanto con la música académica y es bonito explorarla,
porque también nos conecta con algo más cotidiano. Más que un choque de dos
mundos, creo es una puerta que se abre para ambos públicos”, cree Chávez.
El disco finaliza con Cueca
porteña y relativamente guachaca, una obra que la Orquesta de Cámara de la PUCV
encargó a Rodrigo Herrera en 2003 y que fue estrenada ese mismo año, durante un
concierto del elenco en una iglesia del cerro Playa Ancha. 
En el disco se puede
encontrar una versión en vivo de la Orquesta Usach, dirigida
por Víctor Hugo Toro, que fue capturada durante el primer concierto que la
agrupación ofreció en el Teatro Aula Magna Usach, en marzo de 2022, luego
de la pausa impuesta por la pandemia. “Fue un concierto muy bonito y simbólico
por toda esa carga emotiva”, recuerda Herrera. 
“Después de este largo encierro,
uno empezaba a ir a conciertos nuevamente y era muy especial volver a escuchar
música en una sala, más encima en una como el Teatro Aula Magna, con toda
su historia.
Nacido en Santiago en 1981, Herrera estudió composición en la
Universidad Católica y el King’s College de Londres. Sus partituras han sido
interpretadas por la Orquesta de Cámara de Chile, la Sinfónica Nacional, la
Sinfónica de Porto Alegre (Brasil) y ensambles de Chile, Inglaterra y Alemania. Cueca
porteña y relativamente guachaca, de hecho, fue la primera que logró ser tocada
por una orquesta. 
“Es una obra que me sirvió mucho como aprendizaje, fue muy
formativa en ese sentido”, recuerda. “Es una confrontación sonora entre
secciones de música, una disonante y otra armoniosa, creando una lucha entre
polos opuestos. De ahí el uso del término ‘relativamente guachaca’”, agrega.
Símbolos del puerto
Más de 25 discos ha
publicado Aula Records y todos han tenido un arte encargado
especialmente a artistas contemporáneos, que han trabajado con diversas
técnicas para dar forma a las carátulas y las ediciones en formato
físico. A Valparaíso rompe con esa tendencia, pero continúa
vinculando la música con las artes visuales.
La carátula del disco es una reproducción de Reconstrucción imaginaria, un
óleo del pintor chileno Alberto Ludwig Urquieta (1926-2010), quien
naciera precisamente en el cerro Playa Ancha. Formado en la Escuela
de Bellas Artes de la Universidad de Chile y también discípulo de Benito
Rebolledo, realizó más de cien exposiciones en Chile y el extranjero y destacó
por pinturas como el Mural Histórico Usach, que se puede ver en la
estación Universidad de Santiago del Metro.
Su hija Heidi cedió los derechos de la obra, que el propio autor describió en
el libro Calidoscopio (2008): “No simboliza sus casas ni al hombre
que las habita, quien sube y baja y que al llegar al término de su camino,
muere. El único punto rojo del cuadro es el ascensor. Es el símbolo del Puerto
y del vivir de su gente. Es saludable subir y encontrarse con ese mundo de
creación y de sueños que no apreciamos al encontrarnos en el plan”, escribió
ahí.
 
                
 
                                         
                                         
                                         
                                        
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